miércoles, 2 de mayo de 2012

LA ARMADA INVENCIBLE

Política exterior

Tras haber heredado el trono de España después de que su padre abdicara, Felipe II volvió a Inglaterra desde marzo hasta julio de 1557 para convencerla para que apoyase a España en una guerra contra Francia (las guerras Italianas). Como existía una vieja alianza entre Irlanda y Francia, las relaciones comerciales con Francia se pondrían en peligro e Inglaterra sufría en ese momento una marcada pobreza financiera como legado de una mala economía del reinado de Eduardo VI. Como resultado del acuerdo para declarar la guerra a Francia, que violaba el específico y cuidadoso contrato de matrimonio firmado, la facción protestante inglesa inició una campaña llenando las calles de panfletos sediciosos que encendían los ánimos contra los españoles. Los malos resultados de las fuerzas inglesas se traducen en la pérdida el 13 de enero de 1558 de la única posesión continental que le quedaba al país, Calais.

Relaciones comerciales

A pesar de la unión con Felipe de España, Inglaterra no se benefició del enorme y lucrativo comercio con el Nuevo Mundo. Los españoles guardaban con celo los ingresos que éste reportaba y, debido a su matrimonio con Felipe, María I no podía aprobar el comercio ilegítimo a través de la piratería. En un intento por aumentar el comercio y poder rescatar la economía, continuó la política de Northumberlan de buscar nuevos puertos comerciales fuera de Europa. Así intentaba reconciliar la nueva forma de gobierno -que suponía gastos mayores- con el sistema medieval de imposición de aranceles y deudas.
Para solucionar dicho problema en 1558 el Gobierno publicó el «libro de tasas» (Book of Rates), en el que se exponía una lista de aranceles para cada importación. William Paulet, marqués de Winchester, fue nombrado perito de aduanas; entre sus tareas se le asignó la supervisión del sistema de recaudación de impuestos.
Routes of the Spanish Armada-es.svg


ARMADA INVENCIBLE

Plan

La idea era recorrer el Canal de la Mancha y recoger un ejército español de 30.000 hombres dirigido por Alejandro Farnesio (duque de Parma); éstos pasarían el canal en barcazas protegidos por la flota para desembarcar en la costa del condado deKent.
El 19 de febrero de 1588, Alonso Pérez de Guzmán recibe el anuncio de la muerte del Marqués de Santa Cruz y la orden de partir a Lisboa. La Grande y Felicísima Armada se queda sin el arquitecto que la diseñó y Felipe II encomienda el mando de la empresa a Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, VII Duque de Medina-Sidonia, quizás por razones más políticas que militares, quien no tiene menos reparos en la misión que su predecesor.

Batalla

Apenas hubo zarpado la Armada, las galernas dispersaron la flota frente a La Coruña, empujando a algunos barcos hasta el sureste de Inglaterra, y a otros hacia el golfo de Vizcaya. Llevó más de un mes volver a reunir la flota. Por su parte, el duque de Medina-Sidonia volvió a aconsejar una vez más al rey que desistiese de la empresa o que le relevase del mando.
Al mismo tiempo, los ingleses enviaron a la desesperada una flota de guerra destinada a enfrentarse a la Gran Armada mientras ésta se hallaba amarrada en La Coruña, pero las condiciones meteorológicas eran tan malas que los ingleses ni siquiera consiguieron llegar a España y hubieron de regresar a sus puertos.

Primeros encuentros



El 31 de julio, la flota inglesa comienza a avasallar tímidamente a la Armada Invencible y, al margen de los primeros contactos y estimación del poderío adversario, se realizan por parte inglesa los primeros ataques con tímidos cañoneos a larga distancia. En una de estas refriegas ocurren dos accidentes no tan importantes para la «Grande» como el botín conseguido por los ingleses: se pierden dos galeones españoles, el navío insignia de Pedro de Valdés al mando de la flota andaluza (11 navíos) San Salvador y el Nuestra Señora del Rosario.
En el primero parece ser que explota la santabárbara del buque, el pánico y desconcierto del personal a bordo hacen que éste se entregue y quede a merced de Drake. De nuevo, algunas leyendas afirman que fue la consecuencia de un acto de sabotaje inglés, pero tampoco hay constancia de nada que se parezca a este hecho.
El otro galeón, el Nuestra Señora del Rosario, en una maniobra de abordaje sobre un navío inglés, choca con otro barco español, quedando inutilizado su mástil y, por lo tanto, sin posibilidad de hacer frente a ningún ataque... Corre la misma suerte que el San Salvador, queda a merced de los ingleses junto con su tripulación y ambos acaban en los puertos deWeymouth y Dartmouth, respectivamente.
La pérdida de dos navíos importantes como los mencionados, así como las pequeñas refriegas, no fueron tan graves para los españoles como el botín conseguido por los ingleses, ya que, al menos uno de ellos, iba repleto de víveres, munición (aunque poco quedaría del San Salvador) y demás material para el aprovisionamiento de la «Grande». Dadas las circunstancias posteriores y las dificultades de la Armada para fondear en Flandes, ambos navíos quizás hubieran sido de una importancia cualitativa.
Aun así, parece evidente que dos galeones de los 137 navíos españoles no parecía, en aquel momento, una gran pérdida cuantitativa. Cuando los problemas empezaron a superar a la «Felicísima», cualquier navío, por poco importante que pareciera, se convirtió en vital para su objetivo.
El 2 de agosto de 1588, a la altura de Las Gravelinas, la Gran Armada tuvo su primera y única escaramuza importante contra una flota inglesa mandada por Francis Drake.
Los ingleses volcaron toda su furia artillera sobre los españoles, y finalmente Drake envió varios barcos en llamas (brulotes) contra la flota española, que trataba de aislar al barco de Drake.

El regreso rodeando las islas Británicas

A estos hechos siguieron las grandes dificultades de la Gran Armada para recalar en los puertos flamencos y un empeoramiento repentino de las condiciones meteorológicas en la zona, lo que llevó a la flota inglesa a recalar en sus puertos esperando un milagro, y a la dispersión de la flota española hacia el Mar del Norte y el Mar de Irlanda teniendo que rodear las islas Británicas por causa de los vientos para dirigirse a los puertos españoles con los subsiguientes desastres y hundimientos en las abruptas y tormentosas costas británicas, que causaron un gran número de bajas entre los españoles.

Desarrollo de la guerra


En 1596 los ingleses saquean Cádiz. Al año siguiente intentan destruir en Ferrol una flota española, pero no lo consiguen por culpa de un fuerte temporal, y se marcan el objetivo de capturar la Flota de Indias en las Azores. El almirante Juan Gutiérrez de Garibay engaña a los ingleses y se escapa.
En 1597 los ingleses capturan y saquean San Juan de Puerto Rico, mientras que los españoles fletan el tercer intento de invasión de Inglaterra con 136 barcos, aprovechando que la flota inglesa está en las Azores, pero una gran tormenta les obliga a volver de nuevo a puerto. En 1600 Newport ataca Jamaica y al año siguiente Parker saquea Portobelo. A partir de ese año las operaciones navales no revisten importancia, hasta que se firma la paz en 1604.

Tamaño de las flotas

 
De hecho, la flota movilizada por la Royal Navy constaba de 226 barcos aunque 163 de esos barcos eran mercantes, entonces la flota inglesa solamente consistía en 63 barcos armados, frente a los 137 que componían la Grande y Felicísima Armada. En cuanto al número de cañones, la flota española contaba con 2 431 cañones mientas la flota inglesa tenía aproximadamente 2 000 cañones (individualmente, los barcos españoles estaban mucho más artillados que los ingleses).



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